jueves, agosto 28, 2008
flipé, ¿puedo bailar?
ay, ja estic tota emosionà...
resulta que ayer me dejaron un libro que tengo ganas de leer desde hace mucho, mucho tiempo. pero es un poquito caro, porque tiene una burrera de páginas y no tenía efectivo para comprarlo.
el caso es que ahora mi amiga xoni su (pongo su nombre oriental para mantenerla en el anonimato) me lo ha dejado y me ha hecho más feliz que una perdiz, aunque a cambio me hiciera una jugarreta un poco sucia y me metiera en un marrón sin salida en forma de piso de nueva construcción.
bueno, que me lio.
pues eso, flipé ¿puedo bailar?
resulta que ayer me dejaron un libro que tengo ganas de leer desde hace mucho, mucho tiempo. pero es un poquito caro, porque tiene una burrera de páginas y no tenía efectivo para comprarlo.
el caso es que ahora mi amiga xoni su (pongo su nombre oriental para mantenerla en el anonimato) me lo ha dejado y me ha hecho más feliz que una perdiz, aunque a cambio me hiciera una jugarreta un poco sucia y me metiera en un marrón sin salida en forma de piso de nueva construcción.
bueno, que me lio.
pues eso, flipé ¿puedo bailar?
lunes, julio 28, 2008
Por qué no actualizo
Pues no actualizo porque me paso el día escribiendo en el trabajo y lo que menos me apetece cuando llego a casa es escribir más.
Además, ahora es verano y lo que apetece es ir a la playa y beber cerveza y el ordenador sólo da calor.
Bueno, nadie me lo había preguntado pero, en fin, ya me quedo más tranquila.
Además, ahora es verano y lo que apetece es ir a la playa y beber cerveza y el ordenador sólo da calor.
Bueno, nadie me lo había preguntado pero, en fin, ya me quedo más tranquila.
martes, junio 03, 2008
Chau-Lín
Había una vez un niñito que se llamaba Chau-Lín y vivía en la Conchinchina.
Chau-Lín era pequeñito pero muy inteligente. Le gustaban las matemáticas y el teatro, pero odiaba las clases de gimnasia y a los niños más grandes que él.
Sus papás, que eran muy buenos pero a veces no le entendían, le apuntaban a todo tipo de actividades extraescolares, como judo, atletismo, natación...
Chau-Lín, que era un niñito muy obediente, asistía a las clases sin rechistar, aunque hubiera preferido mil veces más quedarse en casa con un libro de su poeta preferido, el viejo Ho-Shai-Pei.
Un día, en una fiesta muy aburrida que dieron sus papás, un señor muy pesado le preguntó a Chau-Lín qué quería ser de mayor y él le contestó que le gustaría ser pensador. A sus papás y al señor pesado les dio mucha risa, pero Chau-Lín no entendió porqué.
Desde aquel día, por si acaso, cuando algún señor pesado le hacía aquella pregunta, contestaba que quería ser futbolista.
Chau-Lín era pequeñito pero muy inteligente. Le gustaban las matemáticas y el teatro, pero odiaba las clases de gimnasia y a los niños más grandes que él.
Sus papás, que eran muy buenos pero a veces no le entendían, le apuntaban a todo tipo de actividades extraescolares, como judo, atletismo, natación...
Chau-Lín, que era un niñito muy obediente, asistía a las clases sin rechistar, aunque hubiera preferido mil veces más quedarse en casa con un libro de su poeta preferido, el viejo Ho-Shai-Pei.
Un día, en una fiesta muy aburrida que dieron sus papás, un señor muy pesado le preguntó a Chau-Lín qué quería ser de mayor y él le contestó que le gustaría ser pensador. A sus papás y al señor pesado les dio mucha risa, pero Chau-Lín no entendió porqué.
Desde aquel día, por si acaso, cuando algún señor pesado le hacía aquella pregunta, contestaba que quería ser futbolista.
jueves, mayo 29, 2008
Pobre viejaja, pobre gatoto, pobre puntata del zapatoto
Que canción cruel ésta.
En la calle veinticuatro ha habido un asesinato, una vieja mató un gato con la punta del zapato.
Pobre vieja, pobre gato, ¡pobre punta del zapato!.
Desgarrador...
En la calle veinticuatro ha habido un asesinato, una vieja mató un gato con la punta del zapato.
Pobre vieja, pobre gato, ¡pobre punta del zapato!.
Desgarrador...
jueves, mayo 22, 2008
martes, mayo 20, 2008
Relojes
El reloj que hay en la estantería de mi salón se ha puesto en huelga.
Ha decidido que está harto de que nadie lo mire y dice que no se siente respetado en su trabajo. Aun así, cumple los servicios mínimos, ya que a las cinco menos diez, si lo miras, marca exactamente la hora que es.
El reloj de la cocina, sin embargo, ha dimitido directamente.
Decidió que su trabajo no le gustaba, ya que él había estudiado para mostrar la hora y ahora su función sólo consistía en señalar los tiempos de cocción de las comidas. Siempre había sido un reloj con muchas ambiciones, de esos que te marcan la temperatura y todo, y se sentía infravalorado.
Así que hoy me he reunido con el reloj del salón. Le he comunicado que hay un puesto vacante en la cocina y se ha puesto muy contento. Me ha contado que, en realidad, siempre había querido ser un despertador o uno de esos temporizadores con forma de huevo o de gallina. Quería, en definitiva, sentirse un poco más útil. Ha aceptado el puesto. El sueldo es más bajo, pero dice que no le importa porque va a ganar en calidad de vida.
Ahora el reloj de la cocina se ha enterado y está pensando en enviar su currículum para ocupar el puesto del salón, que nos ha quedado libre.
La verdad es que no hay quien los entienda.
Ha decidido que está harto de que nadie lo mire y dice que no se siente respetado en su trabajo. Aun así, cumple los servicios mínimos, ya que a las cinco menos diez, si lo miras, marca exactamente la hora que es.
El reloj de la cocina, sin embargo, ha dimitido directamente.
Decidió que su trabajo no le gustaba, ya que él había estudiado para mostrar la hora y ahora su función sólo consistía en señalar los tiempos de cocción de las comidas. Siempre había sido un reloj con muchas ambiciones, de esos que te marcan la temperatura y todo, y se sentía infravalorado.
Así que hoy me he reunido con el reloj del salón. Le he comunicado que hay un puesto vacante en la cocina y se ha puesto muy contento. Me ha contado que, en realidad, siempre había querido ser un despertador o uno de esos temporizadores con forma de huevo o de gallina. Quería, en definitiva, sentirse un poco más útil. Ha aceptado el puesto. El sueldo es más bajo, pero dice que no le importa porque va a ganar en calidad de vida.
Ahora el reloj de la cocina se ha enterado y está pensando en enviar su currículum para ocupar el puesto del salón, que nos ha quedado libre.
La verdad es que no hay quien los entienda.
jueves, mayo 15, 2008
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